Un año después de los acuerdos de integración entre Caja Madrid, Bancaja y las otras cinco pequeñas cajas de ahorro, la fusión del nuevo grupo ya está prácticamente efectuada en sus grandes rasgos. Uno de los más delicados, el de los ‘recursos humanos', se cerró ayer mismo al trasladarse los trabajadores de la siete cajas a la plantilla de Bankia, el banco ‘bueno' del grupo.
Bankia ha pasado de este modo de tener una plantilla de cero trabajadores a otra de 22.000 en un solo día... proceso inverso al sufrido por las cajas, que han recibido el más severo ajuste de personal que podían haber soñado hace un año. Así, Bancaja ha adelgazado su plantilla desde los aproximadamente ocho mil trabajadores con los que contaba antesdeayer a la inexistencia total de ellos, tal como reza el comunicado emitido ayer por la entidad. No obstante y como recuerda algún portavoz del grupo, "todos siguen trabajando para Bancaja, del mismo modo que todos trabajan para Bankia". Todos para uno...
La integración se va ejecutando a base de largas zancadas. Ayer mismo por la tarde, en el Palacio de Congresos de Valencia, se reunieron los 900 directores de oficina de la llamada ‘Zona Este' del banco, que integra a las oficinas de las siete cajas repartidas por la Comunidad Valenciana y Baleares (el lunes se celebró esa misma reunión en Madrid con los de la Zona Centro). Como directores de la ‘orquesta' actuaron el director de la zona, Juan Zurita; el director de Banca de Particulares de la entidad, Fernando Sobrini y el director de Marketing del nuevo grupo, el valenciano Sebastián Ruiz.
Según fuentes de los asistentes, el mensaje recibido de los tres directores fue sencillo, elemental y muy claro: "Somos uno". Un mensaje que quedaba plasmado en el ‘Manual de Gestión Comercial' distribuido entre los asistentes. SE trata del nuevo catecismo que debe regir el comportamiento comercial de la red de Bankia a partir de ahora. Un manual elaborado con los mejores conceptos rescatados de las estrategias comerciales de cada una de las siete entidades.
Estrategia comercial, ilusión (cómo no) y... oferta pública de venta de acciones (OPV). Ya no es un secreto para nadie la inminente salida a Bolsa del banco que timonea Rodrigo Rato. Las nueve centurias de directores de Bankia fueron aleccionadas sobre la importancia de la operación, el firme pero al mismo tiempo delicado tratamiento informativo hacia los clientes que se exige de los empleados, y de la importancia que para el futuro de todos ellos representa el éxito de la salida al parqué, por primera vez, de un banco de semejantes características.
Con la integración de los 22.000 trabajadores bajo una sola bandera, Bankia da un notable paso adelante en su conformación como grupo financiero. Hace un mes aproximadamente se cerró otra fase fundamental, como fue el traspaso de todos y cada uno de los activos de la cajas de ahorro -los sanos y los no tanto-, al banco. En estos momentos, desde las sedes físicas de las siete cajas, incluida la de Pintor Sorolla, hasta el más humilde clip de oficina de la sucursal más remota de cualquiera de ellas, tienen un único dueño: Bankia, propiedad a su vez del del Banco Financiero y de Ahorros (BFA), entidad participada accionarialmente por las siete cajas y que de momento se mantiene como propietario único de Bankia hasta la salida a Bolsa de éste.
Con la cercana definición del consejo de administración de Bankia y del resto de sus órganos corporativos, la inmediata gran prueba del algodón de su salida a bolsa, la algo más prolija unificación de los sistemas informáticos, más la de la marca para la totalidad de la red de sucursales y algunas cuestiones colatelares de diversa índole, la fusión puede quedar cerrada operativamente en el plazo de un año.
En 2012 se presentará un nuevo panorama y habrá que tomar otras decisiones que esta ves sí corresponderán a cada una de las comunidades autónomas de procedencia de las cajas de ahorro, hasta ahora practicamente invitadas de piedra: ¿Qué destino les esperará a los residuales órganos rectores de las ya por entonces extintas cajas de ahorro? ¿quién mandará en sus obras sociales? Y la gran duda que planea sobre muchos despachos sin que nadie se atreva a responder: después del correspondiente reparto de dividendos, más las dotaciones a reservas y amortizaciones de deuda, ¿generarán Bankia y el BFA beneficios suficientes para alimentar a las siete obras sociales? En todo caso, estamos asistiendo estos días al fin de Bancaja como caja de ahorros valenciana y como grupo financiero. Adiós, Bancaja. Ha sido un placer.
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